Wendy Alanis Gutiérrez
En algún lugar de tus ojos,
vi el verdadero color de la luna,
no era amarilla, ni era azul,
simplemente era pálida
y tenía gusanos
viviendo en cada uno de sus
cráteres
y eran felices con el frío de
ella.
En algún lugar de tus ojos
vi la tormenta hundiendo mi barco
de papel,
vi la lluvia inundar la región de
mi aldea
y escurrir limpia por la suavidad de mis
valles frutales,
húmedos de tempestad.
En algún lugar de tus ojos,
vi la sombra de la muerte,
era el tiempo de quien duerme en la hojarasca,
eran sus ojos rojos brotando de
sus cuencas,
era su olor de azufre y su
resoplido de toro,
era lo siniestro de su alma
y sus pisadas de cabra hiriendo
la faz de la tierra.
En algún lugar de tus ojos
vi el tiempo pasar,
era una silvestre libélula de
alas verdes,
iba volando entre la hierba y las
espigas del trigo,
era el juego del pecado,
¡de pronto, escuché el
estruendoso silencio de tu voz!
lloré, cerré mis ojos y lloré,
luego dormí, cansada de escuchar al río,
dormí en un camastro de morados alhelíes,
los grillos cantaban una canción
de amor
y llegaron las luciérnagas con su panza
fosforescente
a vestir mis senos, a caminar en mi propio
campo cegado de dolor
y lascivia, llegaron y besaron mis labios con
su luz.
En algún lugar de tus ojos
vi al cielo azabache pintarse de
azul,
era el amanecer y vi la espuma
del mar en el hueco de tus manos,
tu sonrisa bailaba con el sol,
es la brisa, es la marea en mi
desnudez,
es la sal que hierve en cada una
de mis heridas,
son las aves bebiendo la hiel de mi sangre
escarlata,
eres la noche que me cuenta su secreto para
ser tan negra,
eres el nombre que me desata la impudicia y me quema las venas.